El puerto de Tela, la segunda ciudad más importante del departamento de Atlántida, guarda bajo el mismo sol caribeño:
un reino de aventuras -de tierra o agua- en sus dos parques nacionales y su jardín botánico, una colección de azules que solo empieza en sus playas, y otra de formas naturales en su arrecife. Todo con el sabor a Caribe de la machuca y el rice & beans entre ritmos garífunas, una cultura, Patrimonio Intangible de la Humanidad, que vive sobre la arena fina de aldeas como Tornabé, San Juan, La Ensenada y Triunfo de la Cruz.
Desde que Cristóbal de Olid la funda con ese nombre, el día de la Cruz de 1524, Tela espera casi inédita hasta que el enclave bananero la mueve a crecer en torno a la exportación de plátano durante el siglo XX.
Lo mejor de toda la riqueza de Tela es que está hecha para compartir, para que te la lleves en los mejores recuerdos, lo cuentes y regreses por más.
El puerto de Tela, la segunda ciudad más importante del departamento de Atlántida, guarda bajo el mismo sol caribeño:
un reino de aventuras -de tierra o agua- en sus dos parques nacionales y su jardín botánico, una colección de azules que solo empieza en sus playas, y otra de formas naturales en su arrecife. Todo con el sabor a Caribe de la machuca y el rice & beans entre ritmos garífunas, una cultura, Patrimonio Intangible de la Humanidad, que vive sobre la arena fina de aldeas como Tornabé, San Juan, La Ensenada y Triunfo de la Cruz.
Desde que Cristóbal de Olid la funda con ese nombre, el día de la Cruz de 1524, Tela espera casi inédita hasta que el enclave bananero la mueve a crecer en torno a la exportación de plátano durante el siglo XX.
Lo mejor de toda la riqueza de Tela es que está hecha para compartir, para que te la lleves en los mejores recuerdos, lo cuentes y regreses por más.